Desde el siglo XIII, este faro de piedra lleva dominando la comarca del Alto Guadiato desde un cerro de roca caliza, como si retara a sus visitantes a conquistarlo. Para ello, es preciso subir una escalinata que lleva el nombre del alcalde Rafael Canalejo Cantero y una rampa escalonada de cuatro tramos. La recompensa, situada a más de 560 metros de altitud, es inolvidable.
De planta casi rectangular y orientada de Este a Oeste, la fortaleza mantiene seis torres semicilíndricas, cubiertas con bóveda de ladrillo y almenadas. Entre ellas, la del homenaje, al norte de la plaza de Armas, lugar donde se distingue también un aljibe conocido como “pisada de caballo”. El ascenso a la torre del homenaje, de 11 metros de altura, nos regala vistas de Sierra Palacios, Sierra Boyera, el lago de una explotación minera y las localidades de Fuente Obejuna, Peñarroya y Espiel.
Fortificado por los franceses durante la guerra de la Independencia, fue después abandonado y, en parte, destruido; y, hasta la primera mitad del siglo XX, las águilas se enseñorearon de sus ruinas. En 1954 el arquitecto Félix Hernández procedió a su restauración. Su última intervención, en 2013, mejoró la iluminación nocturna y dispuso una serie de carteles explicativos de los que podemos aprender en cualquier momento del día.