“Hisn ashar” o, lo que es lo mismo, “castillo alegre”, en el sentido de pendenciero. La etimología nos pone sobre la pista de Iznájar, un municipio de la Subbética a orillas del río Genil, que, en efecto, cuenta con un castillo en lo alto del barrio de La Villa…, no sabemos cómo de alegre o pendenciero.
Sus primeros pasos parecen remontarse a mediados del siglo VIII, pero, como es natural, lo que vemos hoy es el corolario de un sinfín de reformas y ampliaciones que, en líneas generales, llegaron hasta el siglo XV. Los nombres de Omar ibn Hafsún, Abderramán III, Pedro I el Cruel y Muhammed V se leen en su agitada biografía, que no alcanzó a sentar la cabeza hasta que las tropas del adelantado mayor de Andalucía, Diego Gómez de Rivera, ganaron la fortaleza a los nazaríes en 1433. Ya en manos de los cristianos, fue vivienda de los duques de Sessa y, tras su abandono a comienzos del siglo XX, fue declarado Bien de Interés Cultural en 1993 y restaurado en 2007.
En nuestro recorrido, guiados por atinados paneles explicativos, alzaremos la vista a cuatro torres, entre ellas la que se considera del homenaje, y la bajaremos para apreciar un aljibe de grandes dimensiones en el patio de armas.